martes, 27 de noviembre de 2007

Cosas de chicos

El refrán popular atribuye el decir de la verdad a los locos y a los niños.
Apelo a eso.
Así que yo -un tanto loco, ya se sabe- repetiré lo que unas mamás me contaron en el taller de Rosario.
Lo repetiré como lo recuerdo, disculpen si mi memoria discrepa en algo con lo que realmente dijeron: no tenía grabador, pero creo que refleja lo esencial.
Y finalmente agregaré una historia de uno de estos chicos, que la madre -abogada- hizo pública en internet. Guardaré para ellos el anonimato, no así el amor que mi corazón borbota cuando los leo.

Historia 1:

Una chica se dibuja mirando desde arriba de una nube. Le dice a la mamá: "¿Ves? Esta soy yo. Yo te miraba así, desde arriba, antes de elegirte. Iba a elegir a XX, de la otra cuadra, pero cuando te ví, te elegí a vos como mamá".
La madre, luego, va y averigua por XX, la de la otra cuadra.
Casualmente, XX se había quedado embarazada por la misma época que ella...



Historia 2:
Un chico le dice a la mamá que no le importa morirse, porque si se muere lo único que hace es volverse al sitio de donde vino.
"¿De dónde sacaste eso?", pregunta la madre.
"Me lo dijo Jesús."
"¿Y cuándo hablaste vos con Jesús, decime???" replica la mamá.
"Antes de venir acá. Hablamos con Jesús, y él me dijo..."

Historia 3:
Sindicado como "Asperger", esa suerte de autismo social, este chico es lo que con toda habitualidad veo ubicado dentro de la vibración cristal.
La madre es la que escribe el texto, que copio entero -menos la reserva de los nombres-, de manera puntillosa, precisa y hermosa.
Creo necesario aclarar que P., el nene, de ocho años, concurre a un colegio "de curas".
Lo demás, habla por sí mismo:

"Seguimos en la debacle cuasi cotidiana, pero no falta tanto: en breve tendremos, a Deo gratias, y previo convenio en el que nos haremos cargo de pagarla puntillosamente, la ansiada maestra integradora para el pequeño Aspie (así les dicen los yanquis a los aspergers). Mientras, habrá que escuchar y contener espectantes el escandalete nuestro de cada día, las obsesiones estallando en un medio hostil que las segrega, que las encuentra ridículas y sin rumbo, que se burla de un dibujito animado vestido con uniforme. Contarles a los amigos, tal vez, como yo hice, descargando lo que se pueda con el humor que se inventa del absurdo. Mandar en mails a la gente querida, como a Ayd, el relato de lo que nos obligó a encerrarnos para reír hasta las lágrimas, vaya a saber por qué confundidas con la risa en una sola cosa. P. ha sido interpelado por una mañana entera en la Dirección. Qué hiciste ahora, pregunto desde el agotamiento de parir esa cosa deliciosa todos los días a un mundo que para él es como una planta carnívora y brutal. Qué hiciste ahora. Pero me contesta con esa solemnidad extraña que yo le conozco, que le sé en el sentirse acorralado, resignado y confeso. Sobre todo confeso.

-”Ez que, mami…zabés qué paza?… Yo vendo golozinas…”

-¿Cómo que vendés golosinas, dónde vendés?

-En el Colegio, mami…inventé el mini-lengüetazo. ¿Vizte el lengüetazo, ese caramelo largo con forma de lengua que cuesta 60 zentavos?

-Sí.-

-Bueno, yo inventé el mini. Lo parto por la mitad, y vendo el mini a 45 zentavos. Me gazté los 4 pezos que me dió la abuela, me compré tooooooda la plata en lengüetazos, y en el banco del colegio me hize azí, como un kiozco me hize…Puze todos los mini lengüetazos…¡pero ezos malcriadoz, pelotudoz torpes y malditos zean, no me compraron nada, me los robaron!!!

-¿Y qué pasó?

-Y bueno, me robaron. Y ze rieron, ze burlaron de mí, de mí y del kiosco… Ezo eztá muy mal. Le dije a la zeño que ella era zu cómclice, que era una tarada cómclice de todoz ezos malcriadoz. Una inzoportable tarada. Le dije, le dije bien fuerte. Me llevaron a la Dirección, grité un poco. Bueno, grité muuuuuy….fuerte. Lez dije que los aborrezzzzzzzco a todos, que si pudiera los mataría como a guzanoz.

Pero, mami…

-….

-¿Mami?

-Sí…

-Yo no estoy loco."


Vuelvo yo al teclado: No, mi amigo, mi compañero, no... vos no estás loco.
Es, al fin y al cabo, como escribiera Luis Bruschtein en el obituario de mi amigo D'Andrea Mohr:
" No hay temor más oscuro para la locura que la sospecha de estar loco. Una persona normal, sensible y vital en un mundo desencajado, cruel y criminal es testimonio, acusación y prueba de esa locura institucional. Cuando aparece alguien así, como el capitán (R) José Luis D’Andrea Mohr, ese mundo intenta desesperadamente destruirlo. Y usa como arma la misma con la que se siente acusado. Si él está loco, yo no lo estoy, se tranquiliza. Porque percibe que si él es sensible, yo soy cruel. Si él es moral, yo soy inmoral."

Luis es exacto. Es así.
Sólo que para el Universo, allá "afuera", esta fiebre de la proyección de la propia locura es endémica de acá, es local...
Ahí afuera, mi pequeño compañero de ocho años, somos mayoría.



Y una yapa, también, de mi colega P.:

" -Pero porqué hoy ez miércolez, no quiero ir a la escuela, ya basta con eza estúpida clase de catezismo, ya…ya…ya…no la zoporto, mami, no-la-zo-por-to, por qué tengo tanta mala zuerte, maldita zea. No -la -zo-por-to. . .

-Por qué no la soportás, qué pasa?

-Voz no entendéz, es que ez terrible.

-¿Qué es lo terrible…?

-Ez terrible que Dios no diga nunca nada."


A veces dice, amigo... a veces dice: lo susurra a tu alma, y a la mía.
Eppur si muove...

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