lunes, 7 de febrero de 2011

Con los chicos no

Otro de Sinay, este recién salidito del horno.
Caramba, qué bien escribe este hombre...

Con los chicos no
Empiezan los primeros escarceos preelectorales y ya muestran la hilacha. En los diarios, en la televisión, en cualquier lugar donde se puedan mostrar, los precandidatos comienzan a levantar bebés y chicos muy chicos en sus brazos. Y los besan, con un poco de asquito (olor a quesito, olor a caquita), los besan.
¿Habrán levantado con ese supuesto cariño a sus hijos?
¿Se preocupan por el hambre, la violencia, los abusos y otras aberraciones que sufren tantos chicos día a día, en lugares que ellos ni pisan ni pisarán?
Los chicos sirven para un roto como para un descocido. Para una foto en la que estos candidatos muestran falsas sonrisas y mucha torpeza para manipular a un bebé. Y para pedir mano dura y bajar las penas a 14, 12, 10 u 8 años según sea la conveniencia electoral y la paranoia de la sociedad (sociedad que también abandona masivamente a sus hijos).


¿Nada los detiene? ¿Y los padres de esos chicos prestados para la foto? ¿Así los cuidan? ¿Así los protegen? ¿Poniéndolos en manos de quién sea? Algunos padres se los prestan a los políticos (suponiendo que sea sólo un préstamo y no haya contraprestaciones).
Otros los llevan a castings de publicidad para que luego productores, directores y publicistas utilitaristas manipulen impunemente durante horas a esos chicos que (¡aleluya!) saldrán en la tele para gloria de quienes deberían cuidarlos pero prefieren valerse de ellos.
 
Señores precandidatos dispuestos a todo, señores padres narcisistas, por favor, un segundo de responsabilidad.
Un límite.
Tiene que haber un límite: con los chicos, no
 

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