
Graciela es una de tantas personas que se andan preocupando por "dejar testimonio".
Quiero decir, como si la sola existencia no bastara, como si el hecho no fuera nada, como si de todas formas todas las acciones no quedaran indeleblemente escritas en la piel del Universo y en nosotros, como si hubiera la necesidad de otro archivo más que el de ser.
Claro, la entiendo, cómo no: hay que comunicar.
Y bué.
Pero soy medio zonzo o quedado para esas cosas, un poco por esos motivos por los cuales Jesús no llevaba su biografía, y otro por la plena confianza de que no hay un pelo de nuestras cabezas que no esté contemplado en los balances del Padre.
Todo se ve, nada se pierde, todo se transforma...
Pero además eso, del "testimonio", de la palabra misma, tan sectaria, que comparte la raíz etimológica con "testículo": en Roma, los únicos que podían testificar eran los varones.
Si querés, y si te gusta el lunfardo, podés ver también que "testificar" es "ponerlos arriba de la mesa".
Y a decir verdad en algunos juicios es así.
Pero a la hora de lo cotidiano, uso y vivo esa perspectiva crisol que descree de toda intimidad, que entiende que estamos desnudos frente al Cosmos, y que es inútil ocultarse de nada o mantener vaya a saber qué vida "privada", si todo es público...
Así que una carta es también una revelación cósmica, y un reportaje, algo tan íntimo como una epístola, sólo que para muchos y desconocidos corresponsales.
Así que acá, y en virtud del pedido de "testimonios", voy a pegar un mail que le acabo de escribir a Eduardo (porque me parece en cierto modo universal), y el muy bien realizado reportaje que me hizo Claudia Bazán de Cultura Urbana en Rosario, este finde, después de asistir al Taller.
Inmensas gracias a los dos.
Acá van estas constancias, como si la memoria no bastara y como si la mente de Dios prescribiera en algún momento:
"Hola Eduardo, ¿cómo estas?
Espero que bien.
(esta retórica de preguntar y responder yo mismo es mi berreta manera de waltwithmarme, de cantarme y celebrarme "a mí mismo", si acaso vamos a las traducciones con mayor honestidad brutal...)
Y bué, son días así, vine muy pero muy contento de Rosario, la gente se enganchaba en los talleres a pleno, había alegría en el aire y hacía mucho que no sentía de eso (¿será Buenos Aires?).
El caso es que me acordé mucho de vos, tanto que ayer saqué unas citas de tu libro para ponerlas en el blog porque hay una historia ahí, una historia trascendental que estos chicos sienten cabal y directamente con el arrebatamiento por la energía grupal, con el abalanzarse sobre el otro y comérselo en materia o ideas, el apoderamiento de otra cosa de la que soy, esa cuestión caníbal establecida en los inconcientes como la regla del juego interdicta y sin discusión ninguna.
Nada, que hay quien ama y hay quien no.
A eso se reduce todo: gente con agujeros o gente plenipotenciaria de sí mismos.
"Tiéndete al sol/ abdica/ y sé rey de tí mismo", escribió el heterónimo Pessoa, uno de tantos que eran todos él, esa suerte de caleidoscopio humano.
Bueno, que nada, que ví el amor ahí, en Rosario, entre las personitas que éramos, entre el revoloteo de los plumíferos celestiales que se sentía casi físicamente (en serio) y que por esas cosas del recuerdo de lo preciso asocio esa clase de amor con la paz de tu alma, mi amigo Eduardo, con la chalupa de tu corazón navegando a botavara en medio de esta tormenta, flotando apenas sobre los lomos de las olas, esquivando rompientes, evadiendo fatales remolinos solipsísticos, solo en el silencio de la noche y el Cosmos, con el silente omniverso mirando todo por mudo testigo de la Eternidad.
Edu: hay mucho que hacer.
No sé bien cómo, pero lo haremos, más con estos pibes que están viniendo en miríadas.
Y que ojalá no se hagan mierda contra el suelo.
Y vos... ¿andás bien?
Tengo mil quilombos de la vida cotidiana que atender, vender esta casa, mudarme a Córdoba, buscar allá donde alquilar y luego alguito para comprar, ya se sabe: las minucias de mantenimiento del estar acá abajo, inevitables como moscas en abril -diría Machado-; pero en la etérea agenda que ampulosamente andamia mi mente tengo un lugar en el deseo reservado para ir a visitarte y tomar unos mates juntos.
Se te quiere, Eduardo, así de simple somos los compañeros.
Los otros traman revoluciones y otras falacias, otros sucedáneos de la estafa, pero nosotros amamos:
''No somos persuasores. Somos los hijos de lo Desconocido. Somos los ministros del silencio necesario para curar a todas las víctimas del absurdo que yacen agonizado de alegría artificial. Reconozcamos entonces quiénes somos: derviches locos con secreto amor terapéutico, amor que no puede comprarse ni venderse, y que los políticos temen más que la revolución violenta, pues la violencia no cambia nada, y el amor lo cambia todo''; eso dijo Merton, y eso es lo que somos y está en nosotros.
Aquí tal vez no nos entiendan... pero este no es ni con mucho el único lugar del Universo.
Casablanca sólo es territorio de tránsito.
Querido Eduardo. hasta siempre, hasta que respondas este.
Un abrazo de alma."

Y ahora el link del reportaje, lo pueden escuchar desde la página de Claudia o acá en una versión con un sonido un poco más procesado:
http://www.esnips.com/doc/7f7097a7-d663-4fa6-8bdb-1d81ca9124ab/Reportaje-por-Bazán
Salute.