miércoles, 29 de diciembre de 2010

Sinay y la Involución

Lo que sigue es un breve artículo de Sergio Sinay, sobre la involución de la convivencia en la Argentina.
Lo pongo aquí porque se me ocurre significativo más allá de las fronteras de nuestro país, si bien en algún grado diferente.
Alguien dijo alguna vez que las repúblicas que se descuidaban degeneraban en democracias, y las democracias abandonadas mutaban en totalitarismos. Algo así estamos viviendo en Argentina, y, en algún grado, en el planeta, con esto del Nuevo Orden Mundial.
Por lo demás, si les gusta el tema, relean (o lean) a Fromm en El Miedo a la Libertad; lean -o miren la peli- a Orwell en "1984", a Huxley en "Un Mundo Feliz", vean las pelis "La Ola" y "El Experimento"...

¿El punto? Volver a la convivencia real, volver a establecer vínculos reales y sanos... si acaso estamos todavía a tiempo...

Involución

por Sergio Sinay
El Estado es la forma que toma el acuerdo que un grupo de individuos construye para poder en primer lugar sobrevivir y, luego, convivir en condiciones que les permitan a cada uno de ellos desarrollar sus potencialidades y al conjunto de los mismos construir una comunidad que más tarde pueda darse propósitos colectivos.
El Estado no es un invento caprichoso que tiene el fin de importunar a las personas y tampoco es propiedad de nadie en particular, sino de todos quienes adhieren a sus propósitos y a sus reglas y están dispuestos a interactuar bajo las mismas. Se trata, en fin, de una de las grandes creaciones humanas y sin el Estado la especie no hubiese sobrevivido ni habría desarrollado esa fabulosa construcción que se llama civilización. En la medida en que las comunidades evolucionan, cuidan, respetan y mejoran esa institución siempre perfectible.

La Argentina involuciona. Su Estado es siempre propiedad de quienes lo usurpan (y también se puede usurpar por vía electoral, según sabemos y sufrimos). El Estado es aquí un medio de enriquecimiento de unos pocos y, mientras éstos lucran malamente con él, una masa crítica de la sociedad busca burlar sus leyes, sacar pequeñas ventajas ratoniles, y convierte en deporte nacional la transgresión de los códigos de convivencia, la queja contra el Estado y también el afán por vivir de él o de las migas que los otros, los poderosos que lo administran, tiran.

Más allá de las formalidades y las deformaciones este parece ser hoy un país sin Estado y sin ley.
Un país de todos contra todos, un conglomerado humano darwiniano en el que sobrevivirán quienes sean más fuertes que otros y estén dispuestos a comer la carne de los débiles.

Un país de intolerantes y abusivos sin distinción de clase.
Un país sin ley y sin destino.
Si hay futuro, éste deberá empezar por aprender el abecedario de la convivencia (el mayor analfabetismo nacional) y por un acuerdo elemental de coexistencia que empiece por fundar otra vez un Estado, por darle cimientos y por respetar sus funciones e instituciones.

O nada.

Fuente: http://www.sergiosinay.com

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Oferta!: Naranjo 2 x 1

Claudio Naranjo es una persona muy interesante.
Médico, psiquiatra, transeúnte de lo gestáltico, del Eneagrama, de las conexiones con sufíes y chamanismo ancestral, de lo humano.
No agrego más: si le interesa esto, búsquelo en internet o en la biblioteca.

Dos notas, cortas, contundentes.


"El sistema educativo es un fraude"

"Hoy instruye, pero no da una formación integral", dice el psiquiatra chileno Claudio Naranjo


Para Claudio Naranjo, psiquiatra chileno especializado en antropología, la educación -al menos como se la imparte en Occidente-, es sencillamente un fraude.
Este médico de 74 años radicado en Berkeley (California), que acaba de publicar el libro Cambiar la educación para cambiar el mundo , dijo a su paso por la Argentina que el sistema educativo es esclavo de los intereses del mercado transnacional; que las escuelas son máquinas de exprimir niños; que lo que hacen es transmitir conocimientos de manera robotizada para pasar exámenes; que las universidades son un ticket para conseguir un buen empleo, y que los maestros están deprimidos y llenos de enfermedades psicosomáticas. Así de duro y de tajante.

"Los jóvenes sienten las instituciones educativas como irrelevantes para sus vidas", agregó el especialista chileno, formado en psicología de los valores en Harvard y en California, y creador del programa SAT, que define como "escuela del amor, del encuentro con uno mismo y el cultivo de la espiritualidad".
En diálogo con LA NACION, Naranjo -pianista singular y fanático de Piazzolla- comentó que, desde hace una década, está abocado a trabajar con los docentes para que tomen conciencia de que necesitan una transformación para poder cambiar el sistema. "Si logramos transformar al maestro, mejorará naturalmente la educación", comentó. 

-¿Cuál es hoy la falla más importante en el sistema educativo?
-La educación hoy es un fraude. Instruye pero no educa. No contribuye al desarrollo integral de la persona, se ocupa de cultivar la mente del niño, pero no presta atención a sus deseos y emociones. No estamos educando para la felicidad, entendida como camino para el servicio y la vida. No se busca que los chicos sean seres autónomos, conectados con sus deseos y su individualidad. La educación se ha deshumanizado; está automatizada, globalizada, y se encuentra a merced de los intereses del mercado transnacional, de una fuerza invisible y poderosa que controla el dinero. 

-¿Qué tipo de transformación necesitan los educadores?
-Los formadores precisan aprender lo que las universidades no le ofrecen: emprender un camino hondo de autoconocimiento, de sanación para convertirse en personas plenas, ancladas en su esencia; individuos con vínculos sanos. Creo haber desarrollado un método para lograrlo que hace hincapié en la meditación, el desarrollo de la atención, la quietud de la mente como vías de introspección. Mi teoría es que, si un maestro quiere enseñar a su alumno a ser libre, pacífico u honrado, él debe primero trabajar sobre sí mismo para alcanzar estas virtudes y luego transmitirlas. 

-En su libro, usted propone que la educación asuma su potencial salvífico. ¿En qué sentido puede salvarnos?
-La educación debería colaborar en desarrollar seres humanos completos, integrales y puede ser salvífica si tiene en cuenta los tres niveles de evolución de nuestro cerebro: el instintivo, el afectivo y el racional. Hoy predomina el último por el paradigma racional de nuestra cultura; buscamos con soberbia el saber. Las escuelas descuidan los aspectos instintivos relacionados con el deseo y la afectividad. 

-¿Los colegios y las universidades deben dejar de transmitir conocimientos, habilidades y competencias para formar futuros profesionales?
-No. Por supuesto: deben transmitir conocimientos y estimular el desarrollo de habilidades, pero sin descuidar la individualidad de cada alumno, sus aptitudes y deseos. Hay que educar para ser, fomentar en los chicos un camino de encuentro con su esencia. Si vivimos desconectados de nosotros mismos, siempre buscaremos llenar un vacío interior en el exterior. Ningún bien material (auto, departamento, viaje); ningún cargo o empleo, por más prestigioso y remunerado que sea, puede llenar ese vacío. Mi propuesta es ayudar al maestro y al chico a encontrarse consigo mismo, incluso animarse a sentir el vacío que todos tenemos dentro, y emprender luego un camino de búsqueda e integración. Una persona anclada en sí misma, auténtica y madura encontrará en la sociedad un buen lugar para desarrollarse profesionalmente y, lo más importante: vivirá contenta. 

Por Agustina Lanusse
Para LA NACION 

"Adaptarse a esta sociedad enferma no es un síntoma de inteligencia"

A sus 76 años, el psiquiatra chileno Claudio Naranjo es considerado como uno de los maestros contemporáneos en vida. Profesor de una docena de prestigiosas universidades de todo el mundo y doctor honoris causa por la italiana de Udine, es autor, entre otros ensayos, de Carácter y neurosis y Cambiar la educación para cambiar el mundo. También es el fundador del programa Searchers After Truth (SAT), orientado a promover el autoconocimiento y el desarrollo personal, integrando herramientas y disciplinas occidentales y orientales. Naranjo ha sido invitado recientemente por Esade para reflexionar sobre cómo impulsar una formación más humanista como respuesta a la deshumanización de las empresas y de la sociedad.
Pregunta. ¿Cómo es posible que se deshumanicen los seres humanos?
Respuesta. Cada ser humano cuenta con dos fuerzas antagónicas en su interior. Uno es el falso yo, más conocido como ego o personalidad, relacionado con la ignorancia, la inconsciencia, el egocentrismo, la insatisfacción y el miedo. El otro es el verdadero yo, nuestra verdadera esencia y que está conectado con la sabiduría, la consciencia, el bienestar y el amor incondicional. Cualquier persona que no esté en contacto con su esencia está en vías de deshumanizarse, pues poco a poco va olvidando y marginando sus verdaderos valores, lo que repercute en su forma de pensar, vivir y relacionarse con los demás.

P. ¿Cómo se sabe que una persona vive identificada con su ego?
R. Es fácil: en primer lugar, porque a pesar de hacer y tener de todo siente un vacío en su interior, como si le faltara algo esencial para vivir en paz. De tanto dolor acumulado, finalmente se desconecta de su verdadera humanidad. Desde el ego, las personas actúan movidas por el miedo y la necesidad de supervivencia física y emocional. Su objetivo es conseguir que la realidad se adapte a sus deseos, necesidades y expectativas egoístas, lo que les lleva a vivir una vida marcada por el sinsentido, el malestar y la necesidad constante de evasión y narcotización de sí mismos.
P. ¿Por qué prevalece la deshumanización de las empresas y de la sociedad?
R. Porque llevamos muchas décadas condicionando a los seres humanos con falsas creencias sobre quiénes son y cuál es su relación con el mundo. Debido a la ignorancia ha prevalecido el ego, desde el que se ha construido una sociedad competitiva, agresiva, avariciosa, superficial, insatisfecha, vacía y ambiciosa, que a su vez sigue condicionando a las nuevas generaciones para preservar el establishment.

P. ¿A qué se refiere?
R. El mundo se ha convertido en un negocio en manos de las grandes corporaciones. Debido al sistema monetario, todas las instituciones funcionan bajo un mismo principio creador: su propia supervivencia. Tanto los Gobiernos como las entidades financieras, las empresas y las instituciones religiosas, que tanta influencia tienen en la sociedad, están orientadas a optimizar sus recursos para tener el mayor lucro posible. El bienestar de la humanidad y del medio ambiente les trae sin cuidado porque no es rentable.

P. De ahí la dificultad de tener verdaderos líderes humanistas...
R. Exacto. A la maquinaria del sistema monetario sólo le interesa que las cosas sigan como están, incluyendo los 40 conflictos armados existentes hoy y que tanto dinero generan a la industria armamentística mundial. Por eso, líderes como los hermanos Kennedy, Gandhi, Luther King y tantos otros fueron asesinados. Los que tienen el poder tan sólo están interesados en continuar teniéndolo, y para eso necesitan seguir esclavizando a los pueblos por medio de la deuda y los intereses bancarios, que impiden que la humanidad salga de este círculo vicioso.

P. ¿Y cuál es su propuesta?
R. Un cambio radical en el proceso de formación humano. Ahora prevalece el condicionamiento egoico, que provoca que el hombre siga siendo un esclavo. En cambio, una educación basada en nuestra verdadera naturaleza potencia el desarrollo de nuestra conciencia, lo que nos libera de las falsas creencias acumuladas por el ego y que tanto limitan nuestra existencia. La crisis económica tan sólo pone de manifiesto nuestra crisis de conciencia. Es un indicador de que algo está funcionando muy mal.

P. Usted suele hablar de "la búsqueda de la verdad"...
R. Todos los grandes sabios de la humanidad, como Buda, Lao Tse, Jesucristo o Sócrates, han dicho lo mismo: el sentido de la vida es aprender a trascender nuestro egoísmo y egocentrismo para que podamos ver a los demás y al medio ambiente que nos rodea como parte de nosotros mismos. No existe la fragmentación, sólo la unidad: todos somos uno. Buscar la verdad implica cuestionar el condicionamiento sociocultural recibido para recuperar el contacto con nuestra verdadera naturaleza. No es ningún síntoma de inteligencia adaptarse a una sociedad como la actual, profundamente enferma. El líder que las empresas necesitan para mejorar la realidad debe ser, ante todo, un hombre consciente, libre y sabio. -
 Fuente: Diario El País

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