La escribí en exclusiva para ellos, para su número especial sobre La Vida y los Niños.
Las fotos que la ilustran en esta página las saqué yo mismo en un negocio de mi barrio. Me sigue pareciendo maravilloso cómo la vida me va poniendo delante para que aprenda los ejemplos concretos de aquéllo que voy escribiendo previamente, es casi una suerte de predicción continua o de retroalimentación constante...
Y esas remeras, remeras para bebés, las pusieron en la vidriera unos pocos días después de que yo había enviado el artículo. Comprueben los ciberlectores de este post en cuanto confirman el espíritu que habita las palabras de la nota.
"Mi bebé, ya sabés: el amor se compra
y los besos se venden... a $0,25 cada uno..."(*)
y los besos se venden... a $0,25 cada uno..."(*)
Sobre el final de esta entrada agregaré -como si falta hiciese...- mi sentimiento frente al contenido de esas "simpáticas" y muy vendibles (por sólo trece dólares cada una...) remeras de bebé. Pero ahora, vayamos a la nota, que se titula:
"¿Qué cosa es un niño?"
Buenas. Ya saben: por cuestiones de mi oficio –y de mis elecciones- los padres (o los abuelos... o los tíos...) me suelen preguntar: “¿Y mi hijo qué es? ¿Es un Niño Índigo? ¿Es un Cristal? ¿¿¿Es Crisol???”
Deberían verles las caras cuando les respondo: “Su hijo es un chico”.
Quiero decir que en ningún momento es mi intención “romperles el sueño” de que sus vástagos pertenezcan a cualquiera de estas categorías. Cosa que, en virtud, muchas veces es así. Sólo les quiero recordar que, en el aquí-y-ahora, son chicos y necesitan lo que un chico necesita.
La sorpresa –o a veces la desazón- parece provenir del hecho de que no siempre sabemos a ciencia cierta qué es ser chico...
O qué necesitan.
O tal vez lo suponemos porque jamás preguntamos...
Realmente, me resulta revelador que me realicen la consulta del principio tan a menudo PERO JAMÁS me hayan inquirido “¿qué es un niño?”.
Así que –maleducado como soy, y siguiendo a Serrat- contestaré sin que nadie me pregunte.
“-Psssst!! Don!! Diga don: ¿qué cosa es un niño?-”
Bien. No es ninguna cosa.
El "papá" que le compra esa remera a "su" bebé...
¿le preguntará antes si el chico desea usarla?
Un chico es una persona. No un objeto.
Las personas tienen deseos, libertad, y son autónomos. No están hechos para complacer automáticamente el deseo de otros. O sus necesidades, concientes o inconcientes, voluntarias o compulsivas.
Aunque esas personas sean los padres.
Que nadie se sienta culpable. Ni acusado. Todos, en mayor o menor medida, repetimos modelos heredados familiar o culturalmente.
Y un bebé que nace en un hogar de padres narcisistas tiene altas probabilidades de convertirse en el objeto de amor de esos padres. Objeto dador de amor, claro está, porque todos venimos del amor... pero objeto al fin.
Y luego te regalo la simbiosis que internaliza. Y el vacío personal, de deseos y sentimientos personales, que arrastra de adulto.
Si tu papá te compra esta remera,
más que "único" es narcisista, pibe...
¿Se acuerdan lo de Gibrán, no? “Tus hijos no son tus hijos, son hijos e hijas de la vida, deseosa de sí misma. No vienen de ti, sino a través de ti, y aunque estén contigo, no te pertenecen.”
Así que: un chico es una persona. No un tapa-agujeros afectivos o existenciales de los progenitores. Ni de nadie. Un chico –cualquier chico- necesita reglas claras. Necesita tanto libertad para autoexperimentarse cuanto límites para des-cubrirse. ¿Cuánto de uno y cuánto de otro? Ah.... esa es la gran ciencia de aprender a ser padres, que no tiene un modelo único ni estático. Y que –no teman- todos tenemos o tendremos que aprender, alguna vez. Paradójicamente: seamos padres... o no.
¿Por qué?
Porque todo chico –índigo o cristal o crisol o ... lo que sea- en tanto que es un chico, necesita tener cercano un adulto significativo.
Y nuestro camino de serlo puede transitar por la paternidad o no.
Un “adulto significativo” es –para el niño- quien lo quiere por lo que es.
Por el hecho de ser.
Y no por acatar o cumplir deseos ajenos, o repetir modelos como un calco, o demostrar destrezas o habilidades (normales o paranormales) sólo para que sus “potestantes” sientan el placer de lucirse con ello.
Otra "delicia" del ego paterno...
pobre de la beba si logra convencerla...
Ni el Buda, ni el Cristo, ni muchos otros en un camino espiritual gustaban de alardear vulgarmente de sus milagros. Más bien los ocultaban, como una cauta herramienta de Servicio Divino.
Los “nuevos niños” son eso: niños.
"¿Soy la Princesa o soy yo???
¡¿Quién soy?! ¡¡¿¿¿Quién soyyyyy???!!!"
¿Ahora comprenden mejor mi respuesta cuando me preguntan por su “categoría”?
Tal vez, con bastante trabajo y un poco de suerte, tal vez -y sólo tal vez-, aprendiendo a tratar a estos “nuevos niños” terminaremos por aprehender a tratar a los niños.
A cualquiera. A todos.
Con sus peculiaridades, pero sin segregaciones.
Y así tal vez –y sólo tal vez- los “nuevos niños” estarán contentos...
Porque nos habrán cambiado, nos habrán hecho aprender algo: a ser mejores, es decir, a ser nosotros mismos.
Abrazos desde acá, por mientras tanto.
Te apuesto lo que quieras a que esa remera se la compra la tía...
¿El regalo es para el bebé o para ella misma?
(*) Nota: ¿Quieren que les diga -en confianza- lo que sentí en el pecho mientras miraba estas "inocentes y graciosas" remeras de bebés? Algo que me gritaba (fuerte, fuerte, casi a reventar): "¡¡¡BASTA!!! ¡Dejen ya de enfermarles la mente! ¡Son chicos y no tienen la culpa! !!!LOS ADULTOS SON USTEDES, POR DIOS, ENTIÉNDANLO DE UNA VEZ!!!
Cordiales saludos: Mi nombre es Carlos González. He sido profesor de matemáticas y física en la enseñanza secundaria durante 24 cursos. Finalmente, al verme limitado en mi deseo de practicar una enseñanza basada en los nuevos paradigmas, decidí dejar el camino de la enseñanza oficial e iniciar uno nuevo, alternativo al sistema imperante.
ResponderBorrarDurante años, he podido comprobar como mis alumnos adolescentes enterraban sus sueños hasta hacerlos invisibles. Su entorno les enseñaba que la “seguridad” era lo primero: estábamos creando víctimas. La rabia que sentía ante tal panorama la he trasmutado en creatividad, escribiendo un libro que narra cómo empoderar a los adolescentes:
“Un maestro decide crear un ambiente mágico en su clase para empoderar a sus alumnos. Les ayuda a descubrir los enormes potenciales que habitan en su interior. Les revela un mundo más allá de la mente programada y de las creencias. Para llevar a cabo su proyecto el profesor emplea curiosos trucos...
Los alumnos van resolviendo los enigmas, que el maestro propone de una forma singular. La clase es una creación de todos. El aprender se transforma en una aventura.
Poco a poco, cada alumno se convierte en su propio maestro, en una fuente de conocimiento para él y sus compañeros. La vida se torna mágica: pueden vivirla desde su corazón, sin que las creencias les limiten “
Se plantea un modelo de enseñanza que se basa en descubrir la fuerza interior.
Hoy puede ser ciencia ficción...tal vez una semilla, pero si la nutrimos puede generar una forma totalmente nueva de enseñar, en la que el ser humano deja de sentirse víctima, para sentirse el creador de su propia vida.
Creo que su sensibilidad va en la misma dirección que la mía. Por eso, me atrevo a enviale* mi libro en versión digital. He decidido regalarlo persona a persona o institución a institución. Necesita volar...hacia lugares en los que pueda ser bien acogido. Si lo lee le agradecería cualquier comentario. Todos los amantes de la lectura sabemos que bastan cinco minutos con un libro para saber si es de nuestro interés, sólo le pido ese tiempo. Siéntase libre de enviarlo a las personas o asociaciones a las que este libro pueda ayudar. Gracias por su presencia. Le deseo felices creaciones…
Carlos González
P.D Mi blog es: www.ladanzadelavida12.blogspot.com
* El libro se puede descargar en mi blog
Carlos, muchas gracias por tu comentario y la oferta de tu libro. Suerte.
ResponderBorrar