El alma no tiene camiseta
Es primavera pero aún hace frío.
En la maceta de un cactus asoman apenas los brotes de otra planta, de esas que trae el viento o que nacen así porque sí.
En la maceta de un cactus asoman apenas los brotes de otra planta, de esas que trae el viento o que nacen así porque sí.
Son diminutos, no alcanzo a distinguir qué planta será.
¿Trébol? ¿Gramilla? ¿Orejita de ratón?
Creo que mi duda poco le importa: de todas formas será lo que es.
En cada una de sus células, en su ADN, está su esencia-planta. Sólo tiene que desplegarla para ser ella misma.
Se me ocurre que ser planta es más fácil que ser humano.
Ellas no eligen, no dudan, no se distraen, no se pierden, no sienten culpa si se equivocan ni miedo de traicionarse.
Y tampoco tienen padres, ni maestros, ni profes, ni “sociedad” ni tele ni compañeros que le digan –toooooodooo el tiempo...- “qué tienen que ser”.
Ser planta es más fácil, sí, pero es menos emocionante.
El alma, nuestra alma, se me ocurre que se parece a esos brotes de mi maceta. Que en el medio del ruido, del desasosiego y del quilombo, siempre es fiel a sí misma. Podemos ir y volver, experimentar y aprender, cambiar de aspecto y de forma cuantas veces queramos... y ella siempre estará allí, serena, esperándonos, fiel a sí misma.
No le importa realmente si somos floggers, emos, punkies, rappers, cumbieros o la “tribu urbana” que queramos autoimponernos. Ni si somos boquenses, de River, leprosos o canallas. Ni se caga a piñas con “los del otro bando”: no le hace falta.
Nuestra alma es más fuerte que todas esas etiquetas, que todas esas camisetas de por un rato. Y que como toda camiseta, terminaremos gastándolas y desechándolas. Y siendo nosotros.
Porque al alma le gusta brillar desnuda, la vean o no.
Es –al fin y al cabo- lo que somos.
Como dice Serrat: “Del derecho y del revés, uno sólo es lo que es y anda siempre con lo puesto”.
O como escribió Fernando Pessoa: “Tiéndete al sol, abdica, y sé rey de ti mismo”.
O como ponía al lado del nick para chatear mi amigo Juan Manuel, de diez años (¡10 años!): “Las cosas se me acercan, y yo sigo intacto”.
Te mando un abrazo de alma al descubierto.
Jorge Balbi