"La que tirás te vuelve"
Este simple apotegma (que tiene la característica inescrutable de sonar sabio en labios de una persona sensible, y vacuo, cursi y ramplón en los de una vedette televisiva; ¡Oh! espíritu real de las cosas: mediante qué simplezas te revelas a los hombres... ) me resulta de total cumplimiento en lo que a Transurgencia me toca.
Ya saben -o sospechan- los lectores de este blogcito cómo se construyen las "críticas" de libros en los medios masivos (y no tanto) de comunicación: alguien va y paga, o es conocido de uno de ahí con quien tiene o tuvo negocios en común, o esperan tenerlos...
O es "famoso" y eso prevé la automática aceptación congraciada del "crítico".
En fin: una operación de "toma y traiga", en la que las más de las veces el comentarista no ha leído del libro más que la solapa o la gacetilla de prensa.
Mi caso es diferente: Transurgencia ni solapas tiene.
Y lo que me interesa es la opinión o el comentario del lector que lo ha transitado, o, tal vez, que fue transitado por el libro.
Esos son impagables.
Honestos.
Reales, hasta donde la realidad puede ser real.
Y esos son los que me llegan, a vuelta de correo.
Tenía unos cuantos más, que no he tomado la precaución de guardar, y que los avatares del servidor de correos de Yahoo o de Gmail se han ocupado de devorar fatalmente, pero así está bien: continúan escritos en mi alma y en la piel del Universo, que es lo que importa.
Pero rescaté dos, que copio directamente de la bandeja de entrada, y que pego a continuación (*) , y que representan más o menos el tono general de los demás.
Acá van, bon appetit:
>>>>>Gracias jorge, tu libro es mágico, abra donde lo abra es el comienzo de todo y se que lo retomare muchas veces mas... y gracias tambien por las palabras de aliento. ojala nos crucemos (lo sepamos o no) en algun momento.
flor
>>>>>Hola Jorge !!
Mi nombre es Romina, no se si te acordarás de mi. Te compré el libro en la Plaza de Recoleta y como ninguno de los cuatro presentes teníamos lapicera, te chupáste el dedo gordo y dejáste estampada tu huella digital en mi ejemplar a modo de dedicatoria, GENIAL !!!. Aquel día te conté que me habían enviado un mail relacionado con tu libro, así que te lo estoy reenviando para que pispées cómo me llegó la info.
Hoy terminé de leer Transurgencia y quería compartir con vos lo que sentí al hacerlo.
De entrada tuve la sensación que me hablabas a mi, [...]
Tengo 32 años y nunca me sentí un Cristal, mucho menos un Crisol y de hecho, hasta considerarme Indigo me parece mucho pero lo que sí me interesa es saber acerca de los chicos, estos locos bajitos que me hacen sentir discípula todo el tiempo que comparten conmigo.
Cuando ví tu libro, pensé econtrarme con la típica "listita", a saber:
- Historia del concepto Crisol
- Características de los Crisol
- Cómo detectar un Crisol
- ¿Eres un Crisol? Test para averiguarlo
- Famosos Crisol
Y GRACIAS A DIOS, no fue así !!!! me encontré con un Universo que sentí latía en mí hacía vaya a saber cuánto !!! por momentos pensé que mi nombre iba a aparecer escrito, porque pasé por tantas de las cosas que mencionás; y OJO !! no sólo las lindas y "elevadas", de las no tan lindas y tan elevadas también !!! LA PUCHA, YO QUE PENSABA QUE ERA TAN BUENA !!!
En fin, lo único que quiero es darte las GRACIAS por tener la valentía de escribir un libro en el cual por no apuntarle (en el sentido más lumínico de la palabra) a "nada", le apuntás a "todo".
Un abrazo de todo Corazón,
Romina
Ambos mensajes son reveladores de la condición alquímica del libro, de cierta mecánica cuántica con la que se desenvuelve, eso de que "el objeto real no puede ser recreado por el pensamiento"; esa limitación que precisó Erwin Schrödinger cuando postuló que a ciertos niveles escalares el observador interactuaba con lo observado, cambiándolo por ese mero hecho, lo cual hacía imposible toda comprobación directa objetiva a partir de cierta dimensión.
Y que tan elegantemente expresó Lacan en el campo psicológico: "Donde me pienso, no soy".
Lo cierto es que sí, es tal cual lo que puso Romina, que me resistí voluntaria y concientemente a hacer un "libro-lista" tan del gusto de los multimedios o de las megaeditoriales, del Mercado.
Porque inconcientemente sabía que era inútil describirte a estos chicos, o a cualquier otro; que la única manera de hacértelos percibir era apelando a tu propio punto de vista original, a eso que olvidamos o dejamos de usar, y que está en nosotros igual que en ellos.
Si mostraba algo, por esto de la cuántica, dejabas de verlo con tus propios ojos: te convencías de verlos con los míos.
Todos los Falsos Profetas hacen eso: "con-vencerte", todos los Gurúes de tres por cinco: "vanidad de vanidades, y todo vanidad"·
Me negué y me niego a colaborar con la imposiblidad y la ceguera; más bien, decidí correr el riesgo de re-cordarle a tu alma que -aún- puede ver, sólo que olvidó cómo.
Y para eso no podía hablarte de "tu alma", ni de "los nuevos niños": tenía -sencillamente- que hacertela sentir, sin objeto ni palabras.
Crear el Vacío, para que fuera llenado por lo que Ya Es, y que estaba allí desde siempre.
Me arriesgué a eso... y funcionó.
Los mensajes en las botellas que el mar me arrima -a vuelta de correo- son prueba irrefutable de mi fe.
Erwin Schrödinger
(*) Por supuesto y como corresponde, sin pedir permiso a sus autores, ya que todo acto espontáneo del alma es considerado público en el Universo, y va siendo hora de que dejemos de sentir vergüenzas al respecto: "Porque el pudor es un escudo contra el ojo del inicuo... pero ¿qué harás con tal grillete y tan pesada armadura el día en que no haya más inicuos?" se preguntó Khalil Gibrán en "El Profeta", y ese Día va llegando... Mil abrazos a Flor y a Romina, porque su amor mantiene mi vuelo sin escudos.